En los últimos 25 años el concepto de biodiversidad ha evolucionado desde puramente biológico a multidimensional. Esto es en parte porque su mantención, restauración y uso sustentable superan ampliamente lo biológico y se sitúan en el ámbito social y político. El hecho de que la biodiversidad no sólo una variable de respuesta pasiva, sino que es también un agente activo de cambio afectando procesos y beneficios sociales de los ecosistemas es aceptado de forma cada vez más general. No obstante, la métrica principal usada para estimarla, el número de especies, no es un indicador satisfactorio en muchos de los socio-ecosistemas concretos que es preciso entender y manejar. Ya no basta afirmar que la biodiversidad es importante. Es preciso comprender cuáles aspectos de la misma son importantes para qué procesos y beneficios para qué actores sociales y cómo a su vez los distintos actores manipulan constantemente la biota, afectando indirectamente los beneficios derivados por el resto de los involucrados. El concepto de diversidad funcional es promisorio para desentrañar estas relaciones. Contempla al menos tres componentes fundamentales, cuyo papel en determinar propiedades y beneficios ecosistémicos varía dependiendo del contexto local y puede ser abordado a través de nuevas herramientas interdisciplinarias.

A medida que los servicios ecosistémicos (SE) se posicionan en las agendas de conservación y desarrollo, ha surgido una variedad de indicadores, fundamentalmente de provisión y valor de SE. Sin embargo, se ha dado poca atención a medidas como la vulnerabilidad, que verdaderamente reflejan el carácter complejo e interconectado de los sistemas socioecológicos (SSE) y las consecuencias de cambios en los SE sobre el bienestar humano. En un trabajo interdisciplinario y colaborativo, hemos desarrollado un marco conceptual que vincula los enfoques de SSE y SE, y donde la vulnerabilidad (socioecológica) se expresa como la interacción entre la sensibilidad del SSE y su capacidad de adaptarse frente a factores de estrés (ej. cambio de uso de suelo). En base a este marco, desarrollamos una metodología de evaluación de la vulnerabilidad con tres objetivos: (1) describir los patrones espaciales de los flujos de SE, captura social de beneficios, y vulnerabilidad, y la congruencia espacial entre ellos, usando datos existentes; (2) integrar esta información a escalas relevantes y de manera articulada, a nivel local; y (3) generar una herramienta práctica de evaluación (ECOSER 2.0) que sirva como instrumento de apoyo a las decisiones. La metodología y la herramienta se han aplicado en estudios de caso en Chile y Argentina. Los resultados resaltan las diferencias en vulnerabilidad dependiendo de la consideración o no de distintos tipos de beneficiarios y la baja concordancia espacial entre flujos de SE y vulnerabilidad. Se evidencia además que la capacidad adaptiva puede o no disminuir la vulnerabilidad, dependiendo las posibilidades de sustituir el SE afectado y la magnitud de la sensibilidad del SSE al factor de estrés, la que a su vez está dada por la intensidad del vínculo entre el bienestar de las personas y el SE. Se espera que este enfoque y herramienta contribuyan a incrementar la eficacia de intervenciones de manejo más allá de los indicadores convencionales de SE, al permitir focalizar por ejemplo qué áreas de provisión de SE mantener o en qué áreas invertir para construir capacidad adaptativa y reducir vulnerabilidad.

La Evaluación del Milenio de los Ecosistemas (MA) estable que uno de sus objetivos es ser usado "como un marco y fuente de herramientas para la evaluación, planificación y manejo". Desde su lanzamiento, sin embargo, ha habido un crecimiento exponencial en el desarrollo de marcos sobre servicios ecosistémicos desde grupos de interés de distintos sectores, con diferentes disciplinas, de diferentes culturas, para atender a cuestiones específicas, para su aplicación a distintas escalas y diferentes usuarios finales. Sin analizar estas iniciativas, particularmente los "factores conducentes" que sustentan la elección de diferentes "procesos" para desarrollar marcos (por ej. colaborativos, internos, expertos involucrados, recursos invertidos) y la diferente "información" (por ej. sobre el rol de la biodiversidad en la provisión de servicios, definición de funciones y servicios ecosistémicos, métodos de valoración) y "herramientas" (por ej. marcos conceptuales, mapas, modelos, medios de información), los investigadores están adoptando y adaptando estos marcos presuponiendo que son adecuados para sus propósitos. Esta presentación muestra los resultados de un análisis de métodos desarrollados en diferentes contextos para determinar: a) ¿qué es una metodología apropiada para evaluación de servicios ecosistémicos (procesos, información y herramientas)?; y b) las implicancias de aplicar diferentes marcos en evaluaciones de servicios ecosistémicos. Provee ejemplos de principios guía que han sido desarrollados para asistir a los investigadores para hacer decisiones mejor informadas con un marco adecuado para su uso en evaluaciones de servicios ecosist{emicos a una o varias escalas; o a partir de los cuales los investigadores pueden evaluar los marcos que actualmente usan para determinar sin son apropiados. Los principios fueron desarrollados analizando marcos surgidos desde el MA en 2005. Documentos y bibliografía fueron revisados para evaluar un amplio rango de marcos y sus componentes, incluyendo el MA, el TEEB, UN SEEA y CICES para nombrar algunos. Se condujo investigación aplicada para desarrollar un marco actual a la escala regional en el sudeste de Queensland, Australia, capturando y creando un entendimiento de las resticciones y oportunidades que pueden emerger en la práctica habitual cuando se desarrolla un marco. Se anlizaron múltiples casos de estudio para evaluar en profundidad dos marcos, uno a la escala nacional (el US EPA Programa de Investigación en Servicios Ecosistémicos), el otro a escala multi-nacional (la Evaluacion de Ecosistemas Nacional del Reino Unido). Se hicieron 33 entrevistas con líderes del programa. Restricciones y oportunidades provistas por factores subyacentes del programa fueron identificados y cómo éstos influenciaron los procesos aplicados y la información y herramientas aplicadas.

A menudo la agricultura – en el sentido más amplio del término – es vista como una actividad contaminante, que conduce a la degradación de los recursos naturales y la pérdida de biodiversidad, y que en muchos casos es socialmente excluyente. Por otra parte, los paisajes agropecuarios, donde conviven actividades agro-ganaderas y forestales con el hábitat humano y el de muchas otras especies, han sido propuestos como espacios clave para la generación de servicios ecosistémicos de relevancia global y regional. Ejemplos de tales servicios incluyen la captación y disponibilidad de agua potable, la recepción y adecuación de aguas servidas para su posterior tratamiento, el control de laderas y cuencas, la fijación de anhídrido carbónico atmosférico, la preservación de hábitats y corredores biológicos, etc. Por tal motivo se habla con frecuencia de paisajes multifuncionales. Sin embargo, más allá del papel que pueda cumplir la agricultura en la provisión de servicios ecosistémicos, existe un enorme potencial para la utilización de servicios ecosistémicos generados localmente en los paisajes agropecuarios. Tales servicios de regulación y soporte de procesos ecológicos clave para las actividades agropecuarias se encuentran subutilizados por los actuales modelos de producción dominantes, basados en amplios insumos energéticos externos y en un abordaje que aspira al ‘control’ – en lugar del manejo – de los procesos del agroecosistema. El aprovechamiento eficiente de estos servicios para la producción requiere de un diseño racional del paisaje agropecuario, con bases científicas, y de la participación de los diversos actores del territorio. Se trata de capitalizar al máximo los procesos ecológicos para substituir y/o reducir la necesidad de insumos externos, aumentar la capacidad de regulación y de recuperación del sistema frente a disturbios y su adaptación a cambios provocados por forzantes exógenas. Es esto a lo que llamo intensificación ecológica de la agricultura. Ejemplos que ilustran casos concretos de intensificación ecológica y su potencialidad serán presentados y discutidos durante esta sesión del congreso.